domingo, 13 de febrero de 2011

Historias ...




Salí de casa corriendo, iba tarde a una reunión con el amor, me senté en la parada del bus y comencé a desesperar, pasaban los minutos y nada que llegaba el transporte publico, me sentaba, me paraba, cambiaba la posición y nada.
Una viejita a mi lado comenzó a reír y me dijo: -“ No te angusties ya llegara, en mis tiempos no era así, existía la calma en el cuerpo y corazón, en estos tiempos lo hemos perdido todo hija, todos corren como si el mundo fuese acabar en un instante, nadie  se escucho, nadie respeta mis canas, que no son más que la muestra de mis vivencias, no me dan los días, ni siquiera el asiento del bus, no saben lo que duelen estos huesos ya viejos de tanto andar. Cuando era joven trabaja duro en una hacienda, cosechando maíz, mira mis manos aun tienen callos, como me duelen a veces los condenados, crie siete hijos sola, trabajando desde que salía el sol hasta que se escondía, sufro de la tensión, dicen que mi corazón ya esta cansado, ese medico cree que después de tanto trabajar me puedo quedar tranquila en un solo sitio, aun trabajo hija, vendo mis yerbas y mantengo mi casita limpia, mis hijos todos profesionales gracias a Dios, en mis tiempos no era como ahora, antes respetábamos a todos los mayores, yo recuerdo que siempre ayudaba a cruzar la calle a la Sr. Matilde que vivía cerca de mi casa, ahora nos miran mal y nos hacen sentir un estorbo, hace poco una jovencita como de su edad me dijo: QUITESE VIEJANO VE QUE YO SI TENGO ALGO QUE HACER.
Ay hija eso me dolió tanto, mire con 86 años y 7 hijos, estoy sola en mi casita, todos se fueron y yo trabajo para comprar mis medicinas para vivir, por tener la esperanza de que mis hijos algún día traigan a mis nietos, no me quiero ir sin conocerlos. No le hago mal a nadie, ojala esta juventud aprendiera a darnos amor y no mirarnos con desprecio en la calle, a la final hasta el mas joven tendrá canas, se hará viejo y su piel se arrugara, y ojala no se queden solitos también.
No hay que tener prisa, hay que tener amor para dar, respeto y cero egoísmos”.
Después de decirme eso, me beso la frente y abordo su bus, yo aún sorprendida de sus palabras, regrese a casa abrace a mis abuelos y di gracias a Dios por tenerlos conmigo y que sean motivo de alegrías y motivación en mi vida.
No perdamos el respeto por aquellos que nos dan enseñanzas, por que esas canas y arrugas en su piel son muestra de sus batallas ganadas y amor dado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Realmente siempre me sorprendes Taru, tus ideas me gustan muchisimo, espero poder volverte a leer pronto. Felicidades por siempre ser autentica.